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domingo, 6 de noviembre de 2011

Mártires MALAGUEÑOS del siglo XX

Hoy, 6 de noviembre, celebramos a los mártires que dieron su vida en España en la convulsa época de comienzos de siglo XX. Nuestra Diócesis de Málaga cuenta con dos beatos: el Beato Enrique Vidaurreta (sacerdote) y Juan Duarte (seminarista diacono), estas son sus fichas:



Nació en Antequera (Málaga) el 10 de octubre de 1896. Hijo De Enrique y Purificación. Estudió bachillerato en el colegio de San Estanislao de Miraflores del Palo. Se matriculó en la Universidad de Madrid y luego pasó al Seminario de aquella ciudad, donde sacó la licenciatura en Filosofía y en Teología. En 1919 se ordenó de sacerdote y se trasladó a Málaga donde fue Misionero Eucarístico y rector del Seminario.

Detenido en el Seminario, junto con los sacerdotes que realizaban ejercicios espirituales, fue trasladado al cuartel de la Trinidad, después al gobierno civil y finalmente a la cárcel, donde llamó la atención por su extraordinario espíritu y caridad. La noche del 30 de agosto se ofreció para la muerte en lugar de otro sacerdote enfermo, y fue llevado a las tapias de S. Rafael para ser asesinado con un centenar de encarcelados. Beatificado en Roma el 28 de octubre de1 2007.




Nació de Juan y Dolores en Yunquera (Málaga) el 17 de marzo de 1912. Entró en el Seminario en el curso 1924-1925. Ordenado subdiácono en Granada y diácono en Málaga en 1936.

Oculto en su domicilio familar, calle Adelante 31 de Yunquera, fue delatado por una vecina que lo descubrió, siendo detenido por vecinos del pueblo y milicianos de la F.A.I. Fue conducido con los seminaristas, José Merino Toledo y Miguel Díaz Jiménez, a El Burgo, donde quedaron Merino y Miguel, y a él lo llevaron a Álora, donde fue entregado al Comité, y su presidente, Miguel Cárdenas, lo puso en manos de la patrulla de Antonio Sánchez Portela "El Chato" y de Antonio Ortíz Romero "El Melena".

Estos le hicieron sufrir horribles torturas, como la aplicación de corriente eléctrica en sus genitales y la introducción de pequeñas cañas debajo de sus uñas, pasearlo por las calles del pueblo para diversión de la chusma, e intentando que blasfemase. Finalmente "El Chato" le cortó los genitales y los entregó a Inés Cuenca Palomo "La nona". Ésta, exhibiéndolos en un plato y decía: "Si va a ser cura ¿para qué los quiere?". Después, se los entregaron a Frasquita, la posadera, para que se los friera, pero ella se tapó la cara, y el miliciano los echó a un perro, que no los quiso. Tras esto, Frasquita mandó a su hijo Pepe: "Toma eso y lo entierras en la cuadra que es de un santo".

Después lo llevaron a un arroyo llamado "Bujía", pero como seguía diciendo ¡Viva Cristo Rey" le cortaron la lengua, le abrieron en canal, le rociaron con gasolina y le quemaron vivo. En la exhumación su cadáver presentaba tres heridas de armas de fuego en la cabeza y una en el pecho, además de la amputación de genitales y apertura del vientre, con mucha sangre, no derramada sino cuajada por el fuego. Su cadáver, enterrado en el lugar del martirio, fue exhumado en el año 1937 y trasladado al cementerio de Yunquera, donde estuvo hasta su traslado al templo parroquial. 

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