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sábado, 11 de febrero de 2012

Jesús rescata a los MARGINADOS


Hoy celebramos el VI Domingo del Tiempo Ordinario. Jesús rescata a los marginados. La ley mosaica marginaba de la vida comunitaria y social al leproso porque lo considerabe impuro y pecador (1 lect.). Jesús cura al leproso, lo rescata de la marginación y lo integra en la vida comunitaria del pueblo (Ev.). El apóstol exhorta al cristiano a buscar siempre la gloria de Dios, siguiendo el ejemplo de Cristo (2 lect.).

Lectura de la libro del Levítico

El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

Salmo Responsorial

Tu eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación. 
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. R.
Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R. 
Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero. R. 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios

HermanosCuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.» Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. El lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a pre-sentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.» Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún Pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

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