DISCULPEN LAS MOLESTIAS

Durante una temporada por motivos personales dejaremos de emitir noticias y publicaciones, lo sentimos.
Esperamos volver pronto para acercar La Iglesia en Estepona a sus hogares.
Siempre a vuestro servicio.

martes, 21 de mayo de 2013

Creer y anunciar la FE

TESTIGOS DE LA FE EN EL MUNDO.

«Testigos de la fe en el mundo»Mons. Jesús Catalá.


En la celebración de la Misa en la Solemnidad de Pentecostés celebrada en la Catedral malacitana el Obispo de Málaga, Mons. Catalá ha recordado que la Iglesia en el día de Pentecostés muestra con toda evidencia la dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe.

Queridos hermanos y hermanas:

1. La celebración de la solemnidad de Pentecostés en este Año de la Fe nos invita a reflexionar sobre el testimonio que los cristianos estamos llamados a dar en el mundo; en esta sociedad nuestra, que parece ignorar a Dios y vivir de espaldas a Él.
El Espíritu Santo «se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios» (Rm 8,16). Él es el Testigo, que habla por dentro, que comunica a los fieles todo lo que recibe de Dios (cf. Jn16, 15). Es el que inspira y sostiene a los testigos, cuando éstos sufren las pruebas: «En aquel momento -dice el Evangelista Mateo- se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habéis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros» (Mt10, 19-20).
Es el gran Maestro, que lo enseña todo y lo recuerda todo (cf. Jn14,26); el que guía hasta la verdad completa (cf. Jn 16,13). Según el papa Francisco: “En nuestros días, marcados por el relativismo, es necesario preguntarnos como Pilatos: “¿Qué es ‘la’ Verdad?”. La Verdad con mayúsculas no es una idea, que nosotros nos hacemos o consensuamos, sino una Persona con la que nos encontramos. Cristo es la Verdad, que se ha hecho carne. Y el Espíritu Santo hace posible que lo reconozcamos y lo confesemos como Señor” (Audiencia general, Vaticano, 15.05.2013).
El Espíritu no es domesticableLa acción del Espíritu Santo en nosotros nos ayuda a comprender todo lo trasmitido por el Señor (cf. Jn 14,26); y su testimonio ilumina nuestra fe y nos convierte en testigos de la Palabra y de la  Resurrección de Jesús.

2. El Espíritu Santo es el formador y educador de los testigos de la fe. El himno de Laudes de la solemnidad de Pentecostés dice, refiriéndose al Espíritu Santo, que es “la fuerza que pone en pie a la Iglesia en medio de las plazas y levanta testigos en el pueblo”. El Espíritu nos hace capaces de dar testimonio en medio de los hombres.
Benedicto XVI, en su carta apostólica Porta fidei, expuso la íntima relación entre Pentecostés y el testimonio público de la fe: “La fe implica un testimonio y un compromiso público (…). La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de Pentecostés muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe” (Porta fidei, 10).
Los cristianos asociados, pertenecientes a las diversas modalidades de Apostolado Seglar, estáis invitados, hoy de modo especial, a profesar la fe con responsabilidad, a vivirla en profundidad y a dar testimonio creíble ante el mundo.

3. Como sabéis, hay mucha gente que desea arrinconar la experiencia cristiana al ámbito de lo privado; que no quiere que la fe cristiana tenga carta de ciudadanía en nuestra sociedad; que rechaza frontalmente la acción transformadora de los cristianos en los distintos ambientes. Pero nosotros sabemos que la luz del Evangelio es una fuerza regeneradora, que puede renovar y desarrollar todas las dimensiones humanas: sociales, políticas, económicas y culturales. No debe quedar ningún resquicio sin esa luz de Cristo; sin la acción del Espíritu.
Un ejemplo muy actual lo tenemos en el tema de la clonación de embriones humanos. Se acaba de publicar en estos días, como gran noticia, la obtención de la reproducción clonada de células embrionarias. Un embrión humano es un ser humano desde el primer instante de su concepción; no cabe utilizar el término pre-embrión para permitir su manipulación. A la luz de la fe cristiana no es admisible la manipulación, ni la clonación de seres humanos; ni siquiera con fines terapéuticos. Aunque pueda parecer duro decirlo con las siguientes palabras, no por eso deja de ser verdad: “No se puede matar a un ser humano en estado de embrión, para intentar curar la enfermedad de otro ser humano más desarrollado”. Además, hay que valorar y promover de los trabajos científicos con células madre “no embrionarias” (no seres humanos), como ya han demostrado su potencialidad varios estudios científicos, entre ellos el premio Nobel de Medicina 2012, Shiniya Yamanaka.
Benedicto XVI nos recordaba que “con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad, que el Señor Jesús nos dejó” (Porta fidei, 6).

4. El Evangelio de hoy nos presenta a los discípulos encerrados en una casa llenos de miedo: «Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros» (Jn20,19).
El miedo es un elemento paralizador, que puede llevarnos a encerrarnos en nosotros mismos en un gesto defensivo ante los peligros de fuera. Si el mundo percibe que los cristianos vacilan, que tienen miedo, que no están convencidos de lo que anuncian, su testimonio no será creíble ni aceptado. Para que nuestro apostolado resulte fecundo, queridos fieles, nuestras palabras, nuestra vida, nuestros gestos deben ser claros y valientes.
La profesión de fe y la vivencia de la misma deben unidas; fe y vida se exigen mutuamente. San Pablo resume la correlación entre fe y testimonio público de la misma en cuatro palabras: «Creí, por eso hablé» (2 Co4, 13). Este es el versículo bíblico, que acompaña el lema escogido para el Día de la Acción Católica y el Apostolado Seglar en este Año de la Fe.

5. Hay otro motivo que puede llevarnos al miedo, y es la novedad. El Espíritu Santo renueva la faz de la tierra; el Espíritu Santo hace cosas nuevas. Pero nosotros, a veces, ante una novedad nos quedamos perplejos, e incluso con una actitud de rechazo. Aparece un nuevo movimiento eclesial, que el Espíritu ha suscitado; o aparece un nuevo carisma, y tenemos la tentación de ponernos en prevención, como si nos quitara nuestro lugar, como si quisiera ocupar la tarea que nosotros tenemos en la Iglesia.
Hemos escuchado en la carta a los Corintios que hay diversidad de dones, diversidad de servicios, diversidad de ministerios, pero un mismo Dios, un mismo Señor y un mismo Espíritu, que obra todo en todos (cf. 1 Co 12,4-6). Y no tengamos miedo a que el Espíritu haga nacer, como novedad, un nuevo instrumento, para que toque en la misma orquesta, armónicamente dirigida por Él.
Si este elemento nuevo es del Espíritu se insertará en armonía; pero si es cosa humana, desentonará y desaparecerá. Hemos de ser abiertos a todas aquellas acciones, novedades y renovaciones, que el Espíritu pueda hacer a veces en nuestra anquilosada vida asociada o no. No tengamos miedo a la novedad del Espíritu; tal vez deberíamos tener miedo a la novedad, inventada por nosotros.

6. No debe existir separación entre fe y vida; como consecuencia lógica tampoco debe haber ruptura entre fe y caridad. En estos momentos de crisis de fe, crisis de lo social, de lo político y de lo económico, por los que está atravesando nuestra sociedad, la esperanza cristiana es un buen acicate y un potente motor de progreso, de fraternidad y de transformación humana, que ayuda a salir de todas estas situaciones difíciles.
El compromiso activo de los católicos para resolver los problemas sociales y atender a los más necesitados surge siempre de una fe, que se trasforma en amor, cuyo fruto es el servicio a los más pobres. La fe nos hace acoger el mandamiento nuevo de Jesús; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica (cf. Jn 13 13-17) (cf. Comisión episcopal de Apostolado Seglar, Mensaje con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, 19.05.2013).

7. En comunión con los demás obispos españoles doy “gracias a Dios, en este día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, por tantos queridos fieles laicos, que con gran empeño estáis renovando vuestra alegría de creer y recuperando el entusiasmo de trasmitir la fe, y que estáis estrechamente comprometidos entregando vuestras personas y recursos a favor de los más necesitados” (Comisión episcopal de Apostolado Seglar, Mensaje con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, 19.05.2013).
Quiero agradecer vuestra presencia en la Iglesia como fieles cristianos católicos, que os asociáis para ayudaros, para dar mejor testimonio de la fe, para mejor formaros, para dar mejor respuesta a los problemas y retos, que tenemos planteados en nuestra sociedad. Quiero animaros a que sigáis vinculados por el don del Espíritu, por la fraternidad, por la comunión en la misma Eucaristía, en un trabajo común de Iglesia ante el mundo; para que seáis verdaderos testigos de la fe en el mundo, como reza el lema de la presente jornada.
Cada una de las asociaciones de apostolado seglar sois como plantas de un mismo jardín, que emanan perfumes aromáticos y producen buenos frutos. Seguid emanando ese perfume, para que se respire en la Iglesia un ambiente hermoso, y continuad produciendo frutos de caridad.

Pedimos a Santa María de la Victoria, Patrona de nuestra Diócesis, que nos acompañe en el camino de la fe y nos ayude a dar buen testimonio de la misma en esta sociedad, que nos ha tocado vivir. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario