Hoy, 6 de noviembre, celebramos a los mártires que dieron su vida
en España en la convulsa época de comienzos de siglo XX. Nuestra Diócesis de
Málaga cuenta con dos beatos: el Beato Enrique Vidaurreta (sacerdote) y Juan
Duarte (seminarista diacono), estas son sus fichas:
Nació en Antequera (Málaga) el 10 de octubre de 1896. Hijo De Enrique y
Purificación. Estudió bachillerato en el colegio de San Estanislao de
Miraflores del Palo. Se matriculó en la Universidad de Madrid y luego pasó al
Seminario de aquella ciudad, donde sacó la licenciatura en Filosofía y en
Teología. En 1919 se ordenó de sacerdote y se trasladó a Málaga donde fue
Misionero Eucarístico y rector del Seminario.
Detenido en el Seminario, junto con los sacerdotes que realizaban
ejercicios espirituales, fue trasladado al cuartel de la Trinidad, después al
gobierno civil y finalmente a la cárcel, donde llamó la atención por su
extraordinario espíritu y caridad. La noche del 30 de agosto se ofreció para la
muerte en lugar de otro sacerdote enfermo, y fue llevado a las tapias de S.
Rafael para ser asesinado con un centenar de encarcelados. Beatificado en Roma
el 28 de octubre de1 2007.
Nació de Juan y Dolores
en Yunquera (Málaga) el 17 de marzo de 1912. Entró en el Seminario en el curso
1924-1925. Ordenado subdiácono en Granada y diácono en Málaga en 1936.
Oculto en su
domicilio familar, calle Adelante 31 de Yunquera, fue delatado por una vecina
que lo descubrió, siendo detenido por vecinos del pueblo y milicianos de la
F.A.I. Fue conducido con los seminaristas, José Merino Toledo y Miguel Díaz
Jiménez, a El Burgo, donde quedaron Merino y Miguel, y a él lo llevaron a
Álora, donde fue entregado al Comité, y su presidente, Miguel Cárdenas, lo puso
en manos de la patrulla de Antonio Sánchez Portela "El Chato" y de
Antonio Ortíz Romero "El Melena".
Estos le hicieron sufrir horribles torturas,
como la aplicación de corriente eléctrica en sus genitales y la introducción de
pequeñas cañas debajo de sus uñas, pasearlo por las calles del pueblo para
diversión de la chusma, e intentando que blasfemase. Finalmente "El
Chato" le cortó los genitales y los entregó a Inés Cuenca Palomo "La
nona". Ésta, exhibiéndolos en un plato y decía: "Si va a ser cura
¿para qué los quiere?". Después, se los entregaron a Frasquita, la
posadera, para que se los friera, pero ella se tapó la cara, y el miliciano los
echó a un perro, que no los quiso. Tras esto, Frasquita mandó a su hijo Pepe:
"Toma eso y lo entierras en la cuadra que es de un santo".
Después lo llevaron a un arroyo llamado
"Bujía", pero como seguía diciendo ¡Viva Cristo Rey" le cortaron
la lengua, le abrieron en canal, le rociaron con gasolina y le quemaron vivo.
En la exhumación su cadáver presentaba tres heridas de armas de fuego en la
cabeza y una en el pecho, además de la amputación de genitales y apertura del
vientre, con mucha sangre, no derramada sino cuajada por el fuego. Su cadáver,
enterrado en el lugar del martirio, fue exhumado en el año 1937 y trasladado al
cementerio de Yunquera, donde estuvo hasta su traslado al templo
parroquial.
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