CUIDAR LA FE EN VERANO.
Decálogo para vivir la fe este verano.
- Levántate un poco más tarde. El descanso templa los nervios. Pero tampoco te levantes “para poder dormir la siesta”.
- Ayuda a poner la mesa, "come más tranquilo" y haz sobremesa. Sin prisas y sin TV.
- Lee algo... el periódico, una revista, un buen libro. ¡Desconecta el móvil! Y comenta con alguien lo que lees.
- Pasea... sin prisas, sin medir el tiempo... Y “échale un poco de humor a la crisis”.
- Cumple con la visita pendiente. La que nos convierte en “buen samaritano” de la soledad.
- Haz planes concretos con tu familia y con tus amigos: lo que no se programa difícilmente sale. ¡Pero, también, es bueno dejarse sorprender aprovechando lo imprevisto!
- Viaja, si puedes, sal un poco del ambiente. Sin muchos gastos, pero viendo algo nuevo.
- No lo gastes todo... y comparte algo de la “extra” con el necesitado. Saber disfrutar desde la austeridad es un don de Dios.
- Es importante que dediquemos tiempo a los hijos... y a los nietos. Pero las vacaciones son antes que nada... “tiempo de matrimonio” para que el “tiempo de familia” sea más rico.
- Dios no "cierra por vacaciones", facilita las nuestras. Y cada domingo, nos invita a la mesa... de la Eucaristía. El ofrecimiento del día, la oración sencilla, la visita al Santísimo y la lectura del Evangelio de cada día, nos ayuda a vivir un “verano como Dios manda”. ¡Que Santa María de la Visitación, nos acompañe!
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